Reflexiones de un antifascista sobre el conflicto ucraniano

Extraído de http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/488589/index.php

Antes que nada, creo que debo dejar claro que escribo estas líneas desde el más profundo respeto a los compañeros que tanto han hecho para ser consecuentes con sus ideales. No obstante, creo que la crítica es sumamente necesaria; las reflexiones aquí vertidas pretenden ser una crítica constructiva y fomentar un debate que creo muy necesario.

El presente conflicto en el este de Ucrania ha demostrado claramente la escasa preparación y la poca capacidad analítica del movimiento antifascista en el estado español. Me sorprende y preocupa enormemente que el tratamiento del conflicto por parte de la izquierda revolucionaria: o bien el tema no se aborda, o bien se acepta de forma acrítica la dicotomía establecida entre un bando “nazi-fascista” pro-ucraniano y otro bando “antifascista” pro-ruso.

La charla del pasado viernes en la Kasa de la Muntanya vuelve a caer en el mismo patrón. Los compañeros que han estado presentes en Lugansk merecen todo mi respeto, pero bajo mi parecer su discurso y su posicionamiento respecto al conflicto ucraniano es terriblemente simplista, por no decir peligrosamente naïf.

La población civil de los oblasts de Donetsk y Lugansk está sufriendo en sus carnes la violencia de una guerra civil, los bombardeos de aviación y de artillería. Negar tal evidencia sería de estúpidos cegados o de fanáticos atlantistas, y negarles la solidaridad y la ayuda humanitaria también, como lo sería hacerlo con el pueblo afgano, iraquí, kurdo o palestino.

Hablar de los rebeldes como “antifascistas”… eso ya es harina de otro costal.

No veo en absoluto problema en la lucha armada y en financiarla. Pero hay que ser muy, MUY selectivo y conocer a fondo dónde se está poniendo el dinero y a quién se está apoyando. Y me doy cuenta que en el conflicto ucraniano no se sabe a quién se está apoyando, moral y económicamente. El calificativo de antifascista no viene solamente por enfrentarse a tiros con unos tarados con la esvástica; antifascista es aquél que lucha contra toda ideología que se fomenta en el odio al extraño y la imposición totalitaria de unas ideas, que considera la eliminación física del rival como único camino. Por supuesto, los neonazis de Svoboda y Praviy Sektor cumplen estos requisitos. Pero el razonamiento que debería seguir el movimiento antifascista para apoyar a los milicianos de Novorussia debería ser el opuesto: ¿son estos insurgentes “antifascistas” la antítesi de los neonazis ucranianos? Aquí las cosas empiezan a complicarse.

Colectivos antifascistas y autónomos rusos, bielorrusos y ucranianos han mostrado su rechazo a apoyar a las milicias insurgentes. Compañeros polacos y alemanes con contacto frecuente con estos grupos también mantienen sus reservas. Y aquí, en vez de tomarlo como un signo de advertencia o al menos como algo que nos dé que pensar, nos tragamos la propaganda vertida por Russia Today y grupos de Facebook de dudosa procedencia y los acusamos de “falsos antifascistas” o incluso de “colaboracionistas”. Leer u oír a antifascistas de aquí que defienden que UTA-Kyiv (uno de cuyos militantes fue asesinado por los neonazis de Praviy Sektor) están a sueldo de la CIA no es triste: es patético y prepotente.

Cabe preguntarse porque estos grupos rechazan a las milicias: están luchando contra neonazis y se declaran antifascistas, ¿no? Creo que en este aspecto fue especialmente notorio el comentario de uno de los compañeros ponentes: en respuesta a la pregunta sobre la presencia de cuatro voluntarios franceses de extrema derecha en el bando insurgente, su respuesta fue enseñar la foto del ayuntamiento de Lugansk con la bandera de la Unión Soviética y comentar: “quién tiene que dar explicaciones es el nazi, no yo” (parafraseando, no cito textualmente). No es una carga directa contra él, en absoluto, pero tomo este momento como ejemplo de un hecho que se ha venido repitiendo con frecuencia al hablar con numerosos compañeros y compañeras y que demuestra el poco conocimiento que tenemos de la realidad post-soviética desde el campo antifascista. La nostalgia soviética no tiene por qué significar necesariamente una conciencia de clase, revolucionaria y/o antifascista. Para nada.

Las milicias tienen entre 3000 y 4000 voluntarios rusos (reconocido por los propios comandantes milicianos). El movimiento antifascista ruso no tiene la capacidad de movilización de tal número de voluntarios. Pero la extrema derecha sí. Es notorio que Aleksandr Dugin, principal ideólogo del nuevo fascismo ruso dé todo su apoyo a Novorussia, así como una mayoría considerable de la extrema derecha rusa. Los discursos de los comandantes insurgentes considerados como más “revolucionarios” son también preocupantes, con sus menciones a la raza eslava, su revanchismo, su discurso identitario y su homofóbia. También preocupante es la presencia de entre 100 y 200 voluntarios serbios provenientes de la extrema derecha chetnik, y del apoyo de grupos como la Falanga polaca o el partido neonazi húngaro Jobbik a la causa de los insurgentes. Todo esto debería activar nuestra alarmas. Pero parece que no le hacemos ni caso. Creemos en el mito romántico de que los “antifascistas” del Donbass barrerán con la escoria fascista dentro de sus filas.

Pero el romanticismo en política hace mucho daño. Y la ignorancia bienintencionada, más. Ucrania en el año 2014 no es España en el año 1936, pero algo que me parecía tan obvio creo que no lo es tanto. Cuidado de caer en maximalismos ideológicos y establecer comparaciones arriesgadas o fuera de lugar. La situación en Ucrania es demasiado compleja y requiere de un análisis profundo. La extrema derecha ha tomado posiciones fuertes en uno y otro bando. No nos dejemos engañar: ahora mismo el neofascismo europeo está en plena evolución y mutación de discursos. Seria muy triste que, con toda la buena fe del mundo, cayéramos en el riesgo de dar apoyo a nuestros futuros verdugos.

PS: Sé que el tono puede herir sensibilidades y por ello pido disculpas de antemano a cualquiera que se sienta atacado. No se trata para nada de algo personal contra nadie ni contra colectivos en concreto. No obstante, me siento impulsado a trasladar las reflexiones y debates internos que llevo un tiempo teniendo a todos los colectivos antifascistas.

 

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